III

El viaje a través de los alpes austríacos era extenuante. Parecía que el cansancio iba a poder con Arthur, quien nunca había caminado más de una hora seguida y ahora había pasado dos días caminando un promedio de 12 horas. [1] En algun momento de la cálida tarde del tercer día, Rhyder señaló adelante y no dijo nada. "¿Qué pasa?", preguntó Arthur. Como respuesta obtuvo que "nada, me equivoqué". El camino iba cuesta arriba y cuesta abajo y cuesta arriba y cuesta abajo, tanto que parecía que estaban atravesando las montañas de la manera más difícil posible, en lugar de aprovechar los valles y terrenos más parejos.

-¿No hay algún camino mejor, Camelle?

-No a donde vamos, chico.

-Y... ¿falta mucho?

-Otra vez sopa... Sos muy aburrido, ¿sabías?

-Me han informado, sí.

-Bueno, lo que te quería mostrar no puede estar muy lejos. Igual falta para llegar a destino, unos dos días, justo como esperaba. Por suerte vamos sin demoras.

-¿Y aún así faltan dos días?

-Sí, es lo que acabo de decir, ¿te dije que sos aburridísimo? [2]

-Perdón, perdón.

Un rato después, antes de la puesta del sol, Rhyder volvió a señalar hacia adelante, y esta vez habló.

-Ahí empieza Suiza, o va a empezar cuando exista, por lo menos. ¿Ves esa línea punteada negra? Ahí.

-Qué sombras curiosas.

-No son sombras, son posta, pibe. Cuando lleguemos vas a ver.

Casi era tarde para ver algo cuando llegaron, porque la noche corría más rápido que ellos [3], pero algún reflejo del sol bastó para ver que, efectivamente, en el suelo había una línea punteada negra, como en un mapa, pero muy gruesa.

-Bueno, Arthur, estamos en Suiza.

Ahora tenemos que cruzarla, porque el lugar a donde vamos está casi casi en la otra punta. Pero se hace rápido, no es tan lejos.

-¿Y no hay un camino más fácil?

-¡Te dije que no!

-Decime la verdad, te andan buscando por alguna matufia a vos.

-¡No, pero callate porque me van a tener que buscar por asesinato, me tenés hasta las p... Callate!

Y otra vez se hizo silencio, y se adentraron en la noche, y caminaron unos metros y decidieron acampar porque no se veía un pomo.


  1. El autor no tiene idea de qué había en Austria ni en Suiza en la época de Arthur Heesux ni tiene demasiado interés por saberlo, de modo que toma los nombres actuales de las regiones y comete incoherencias deliberadamente. ↩︎

  2. N. del A.: qué mala onda que es Camelle Rhyder, por favor. ↩︎

  3. Eso sí era una metáfora. ↩︎