Notas sobre el Pequeño Norte: "La Linda" (Parte 1)

Notas sobre el Pequeño Norte: "La Linda" (Parte 1)

Ayer con Maite hicimos, acá en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, un bizcochuelo marmolado de banana y chocolate, teóricamente sin gluten ni lactosa (aunque algunos de los ingredientes no estaban certificados con respecto a ninguna de las dos cosas). Quedó un poco seco, pero lindo y rico.

Torta

No hicimos esa torta para probar recetas nuevas. No la hicimos con esos ingredientes por otro motivo más que el hecho de que eran los que teníamos. Mayormente, lo hicimos para combatir la depresión de haber vuelto de unas buenas y aceptablemente largas vacaciones en el Noroeste Argentino (a partir de aquí mencionado como «NOA»). Vale decir que en el NOA rompí completamente con la dieta sin gluten ni lactosa, lo cual hace todavía más irrelevante si la torta tenía o no alguna de esas cosas.

Para ser perfectamente justos, apenas recorrimos una parte ínfima del NOA, que es la parte más turística a la que va todo el mundo y se considera satisfecho con que «conoce el NOA». Acá hay una imagen de Wikipedia que muestra lo que se considera el NOA completo.

NOA

Todo el NOA

Y esto es lo que conocimos nosotros, a grandes rasgos:

Nuestro NOA

Nuestro NOA

No es que el resto de la región no tenga cosas interesantes para ver, pero todo en la vida no se puede, viste.

Todo comenzó el pasado 13 de abril con un avión de LATAM directo a Salta que salió como una hora demorado, poniendo a prueba la paciencia de alguien totalmente impaciente y ansioso como yo. No fue nada grave, en realidad, pero la ansiedad, ay basta, calmate, pucha.

El vuelo fue muy bueno, nada de turbulencia, cielo despejado y yo mirando por la ventanilla del avión durante todo el viaje, excepto minutos antes del aterrizaje en el aeropuerto de Salta, ya que sólo allí, sobre la ciudad de destino, estaba completamente nublado, pero con nubes muy bajas. Desde el cielo se veía como un colchón blanco y esponjoso. El avión iba más alto que el sistema nuboso, y arriba aún había bastante luz del sol. Algunos cerros se veían preciosos, pero el suelo estaba tapado completamente por las nubes. En su descenso, el avión se precipitó sobre el susodicho colchón y de repente el exterior era todo blanco, confuso, ventoso y cada vez más oscuro. Ya más cerca del nivel del suelo (Salta se encuentra a unos 1187 metros sobre el nivel del mar), todo era noche cerrada. En menos de cinco minutos que estuvimos entre las nubes pasamos de pleno día a plena noche. Todas las luces de la ciudad estaban encendidas como si fuera tardísimo, pero creo que sin esas nubes bajas aún hubiese sido de día ahí abajo.

El aeropuerto se encuentra a unos 170 pesos de distancia del centro de la ciudad (al día de la fecha).

No me queda claro si el apodo que se le da a Salta corresponde a toda la provincia o solamente a la capital. El apodo es «La Linda». Este seguramente va a ser un tema de discusión a lo largo de los próximos párrafos.

La ciudad de Salta está en el top ten de las más pobladas de Argentina y, por ese motivo, la encontré un poco insoportable. Especialmente dado el hecho de haber llegado en plena Semana Santa. Salta, y todo el NOA, es un lugar donde la religión católica se encuentra mucho más arraigada que en, digamos, Buenos Aires y alrededores, donde ya nadie cree en nada, excepto los porteños que van a Salta a festejar las Pascuas. En resumen, del 13 al 16 de abril hubo demasiada gente en Salta como para disfrutar algo, y me pasé la primera noche renegando por no poder conseguir buena comida regional, ya que todos los buenos restaurantes estaban saturados de comensales y nadie te atendía, si es que lograbas conseguir un asiento. Comimos una empanada fría y muy pequeña[1] que nos vendió un cocinero sinvergüenza en una pizzería, junto con una pizza que sí estaba bastante rica. Ese lugar estaba más vacío, pero justo al lado nuestro había una mujer muy orgullosa de sus hijos que estudiaban o trabajaban o no se qué en USA y no paraba de hablar de eso y me daba ganas de decirle "callate la boca porteña engreída de mierda" pero yo también soy un porteño de mierda, así que no hice nada.

Descansamos en un hotel que habíamos reservado por Booking desde Buenos Aires. El taxista que nos llevó desde el aeropuerto hasta el hotel nos hizo pensar que el hotel era bastante caro y bien acomodado (la verdad no lo era, el precio era normal para Salta) y aumentó nuestras expectativas enormemente. Apart Hotel Barcelona, se hace llamar. En realidad está frente al Monumento a Güemes, que es un lugar que recibe gente de día, noche y madrugada, aparentemente, así que de Apart no tiene mucho más que estar a unas 10 o 15 cuadras del centro histórico. Por suerte, el bullicio no se escuchaba demasiado desde el hotel y descansamos bien. Pero la atención en ese hotel fue pésima. Realmente no se si era un hotel tan malo pero su nivel de atención nos resultó imperdonablemente malo. El empleado de la noche no sabía ni dónde estaba parado. El hombre que supongo que era el dueño tenía su recepción en su departamentito en la planta baja donde una señora miraba televisión todo el día y nunca nos dio un mapa ni alguna indicación sobre qué hacer en la ciudad. También la habitación tenía defectos como luces del baño que no funcionaban y otras cosas que ya no recuerdo. No sabíamos aún que la mayoría de los lugares en los que íbamos a descansar en otras ciudades y pueblos tendrían problemas similares, por lo que en su momento nos llevó a criticar este hotel de una manera bastante dura, pero si bien no lo puedo recomendar, no estaba tan mal.

Monumento Guemes

La mejor foto que pudimos sacar del monumento con tanta muchedumbre

Por la mañana fuimos al centro de la ciudad a comprar cosas y contratar excursiones. El Viernes Santo es un día feriado muy feriado, más en un lugar tan religioso como Salta, pero mucha gente aprovecha el turismo y abre sus negocios de todas formas. Así es como, contra todo pronóstico, encontramos un lugar muy turbio que vendía todo tipo de cosas electrónicas truchas, y donde pudimos conseguir el adaptador que nos habíamos olvidado para cargar la batería de la cámara de fotos (Tipo A estadounidense, patas paralelas, a tipo I argentino, patas oblicuas). Este lugar estaba sobre una peatonal similar a la Florida del Microcentro porteño (de hecho, ¡no se si no se llamaba también Peatonal Florida!).
Contratamos también, en alguna parte del centro, al fondo de una galería en la calle Buenos Aires, la excursión a Cachi de la que voy a hablar pronto, y sacamos los pasajes para ir a Cafayate, lugar del que voy a hablar un poco menos pronto. Nos trataron muy bien en la agencia, así que acá los voy recomendar. Se llama Artay Viajes y Turismo.

Del centro histórico lo que se puede decir es que predomina la arquitectura de estilo colonial español, muy notorio alrededor de la plaza principal y a lo largo de la avenida Caseros. La Catedral de Salta es muy bonita en su interior y también en su exterior, pero por la abundancia de cables en las cercanías, es difícil conseguir una buena foto de ella. Las mejores fotos de iglesias de Salta son las del convento de San Francisco, a una o dos cuadras de la plaza principal, que es bastante llamativo por fuera, y mucho menos interesante por dentro. Otro edificio interesante, de cara a la plaza, es el Cabildo de Salta, que a diferencia del Cabildo de Buenos Aires, se conserva completo. Ningún idiota lo despedazó para hacer alguna diagonal, por suerte. En este momento se encuentra convertido en museo histórico. Lo lindo son los patios. Lo bueno del museo es que es gratuito. Pero me adelanto, porque esto es parte de la segunda visita a Salta.

Catedral

La mejor foto que pudimos sacar de la Catedral con tanta muchedumbre

Por la tarde subimos a pie el cerro San Bernardo. Hay un teleférico para subir, pero no creo que valga la pena. La subida lleva un rato pero es un camino súper fácil. Lamentablemente mucha gente tira basura en el camino porque tanto al pie del cerro como en la cima hay puestitos que venden comida y la gente tiende a tirar al suelo los cartones de los panchos, los conos de papas fritas, bolsas, servilletas, lo que sea, si no encuentran un cesto de basura inmediatamente al terminar de comer. (También hay que culpar un poco a la recolección de los residuos ya que muchos cestos estaban llenos hasta el tope, pero de todas formas lo que corresponde es que uno se guarde la basura hasta que pueda tirarla en el lugar adecuado, ¿no?)
Desde el cerro hay una buena vista de la ciudad. No hay mucho más que decir, honestamente. No es una proeza del trekking llegar a la cima. Qué se yo.

San Bernardo

Vista de Salta desde el Cerro San Bernardo

Espero que hasta acá sientan lo mismo que yo: que Salta, la ciudad, llamada La Linda, no es ni tan linda, ni muy interesante, sino simplemente otra ciudad mediana tirando a grande, un poco sucia, a la cual no me mudaría a pesar de las ganas terribles que tengo de irme de Buenos Aires de una vez por todas. Mucho menos interesante es Salta como destino para vivir cuando uno se entera que el trabajo es mayormente en negro, como queda claro por el hecho de que es bastante difícil conseguir pagar algo con tarjeta (por ejemplo, el alojamiento solo aceptaba efectivo, y eso no lo sabíamos antes de intentar pagar; por suerte sabíamos que el NOA es bastante así, y que se pondría mucho peor fuera de la ciudad de Salta, así que teníamos bastante cash como para lidiar con estas situaciones).

Agreguémosle a la mezcla que estos días de Semana Santa en Salta estuvo nublado, para concluir que la estadía allí no fue exactamente de lo más genial.

Por suerte, la excursión a Cachi comenzó a levantarnos el ánimo y a descubrir que, al menos para nosotros, La Linda se refiere también a la Provincia de Salta.

Ruta a Cachi (hacer zoom sobre la parte que se ve gruesa, que es la parte interesante)

El camino a Cachi es bellísimo. En el trayecto se observan paisajes cambiantes, cerros coloridos y laderas verdes. Tiene dos sectores particularmente interesantes. Uno es el llamado La Cuesta del Obispo. Se trata de un ascenso serpenteante hasta los 3348 metros sobre el nivel del mar a través de montañas verdes, resultando en un paisaje que uno espera más de Escocia o Irlanda que de Argentina.

Cuesta del Obispo

Cuesta del Obispo

El otro es el paso por el Parque Nacional Los Cardones. ¿Qué es un cardón? Es un tipo de cactus que crece muy lentamente (¡como máximo 5 cm por año!) pero que pueden vivir cientos de años, con lo cual alcanzan grandes alturas, ocasionalmente más de 10 metros. Algunos cardones se ramifican y otros no; aparentemente lo hacen a partir de cierta altura, pero no estoy muy seguro de no haber visto pequeños cardones ramificados. Lo interesante de los cardones es que, al secarse, su tallo se transforma en una resistente madera con particulares agujeros donde había antes espinas. Con esta madera se hacen desde marcos para fotos hasta techos de viviendas precarias (¡las poblaciones originarias utilizaron la madera del cardón para sus viviendas desde tiempos precolombinos!). Obviamente, en este Parque Nacional hay miles y miles de cardones protegidos, y de ahí proviene el nombre del mismo.

Los Cardones

Los Cardones. Al fondo, el Nevado de Cachi.

Las espinas

Las espinas

Hay un camino recto que pasa por el Parque, llamado Recta del Tin Tin, que, segun dicen, consiste en una recta perfecta de unos 17 o 18 km que formaba parte del Camino del Inca y que fue, por supuesto, trazada en tiempos en los que no existían los instrumentos de medición actuales.

puente

...y con los instrumentos actuales pasan estas cosas

Finalmente, una pequeña mención al pueblo de Cachi. Se encuentra sobre la ruta 40[2]. No es gran cosa. Tiene un sectorcito muy convertido al turismo, con precios altos en comida y artesanías, y en la plaza había una señora evidentemente fuera de sus cabales que estuvo cantando con una voz insoportablemente aguda la misma canción de un verso y golpeando el mismo bombo de la misma manera durante la hora y media que estuvimos en el pueblo. De todas maneras, uno no llega a recorrer mucho en ese ratito, ya que el turista llega a Cachi al mediodía, con hambre, y pasa más tiempo comiendo que mirando.
Lo más importante tal vez sea que desde este pueblo se ve el Nevado de Cachi, que es uno de los sistemas montañosos más altos de la región, llegando a los 6380 metros sobre el nivel del mar. Como el nombre lo indica, posee nieves permanentes en su cúspide. También es un importante sitio arqueológico inca, como muchos de los picos altos de la Cordillera de los Andes.
El significado de la palabra Cachi está discutido, pero la mayoría de los que discuten (?) están de acuerdo en que significa "sal".

Iglesia

La iglesia de Cachi (y unos turistas)

Cuadra

Una cuadra bonita en Cachi

Al día siguiente de la excursión a Cachi nos tomamos el bus a Cafayate, al sur de la ciudad de Salta, aún en la misma provincia (no confundir jamás con El Calafate, en la Patagonia). Lo que allí vivimos forma parte de otro post. Hasta la próxima edición de Notas sobre el Pequeño Norte.


  1. Mal acostumbrados a las enormes empanadas "salteñas" de un local de Adrogué (provincia de Buenos Aires), nos llevamos una sorpresa poco agradable al ver que las verdaderas empanadas salteñas son mucho más pequeñas que las que se comen en Buenos Aires. Tristeza não tem fim. ↩︎

  2. La ruta 40 es la ruta más famosa de Argentina por ir desde La Quiaca (el límite con Bolivia, al norte de Argentina) hasta Río Gallegos (una ciudad casi en el extremo sur de Santa Cruz, que es lo más lejos que se puede llegar en Argentina sin tener que cruzar a Chile para ir a Tierra del Fuego). El sueño húmedo de muchos viajeros que manejan su propio auto... No tanto el mío, porque no me gusta manejar. ↩︎