La ruta 27 constituía la principal arteria de ingreso al pueblo desde el Norte, ahí donde las arboledas se hacían menos espesas y las cumbres rocosas de sierras medianas complicaban el camino si uno no se conformaba con restringir su andar al valle. El curvilíneo camino de tierra normalmente oscura,

Ya no era difícil ver en el horizonte el pueblo al que Camelle quería llegar y que no parecía tener nada que ver con la razón por la que Arthur iba con él. El joven estaba profundamente dormido detrás de la joroba trasera del camello, algo inclinado hacia la izquierda.

Arthur amaneció especialmente lúcido el cuarto día de viaje. -¿Cuánto tiempo estaremos pasando en donde quiera que estemos yendo? -No se. Depende cómo vayan las cosas, podemos estar unos días... o no. -¿Cuáles son tus planes más o menos? -Si fuera por mí nos quedaríamos allá toda la

El viaje a través de los alpes austríacos era extenuante. Parecía que el cansancio iba a poder con Arthur, quien nunca había caminado más de una hora seguida y ahora había pasado dos días caminando un promedio de 12 horas. [1] En algun momento de la cálida tarde del tercer

-¿Falta mucho? -46 segundos menos que la última vez que preguntaste. -Bueno, pero esa vez no me contestaste. ¿Falta mucho? -Ayer faltaban cinco días. Pasó un día. ¿Cuántos días faltan ahora? -¿Cuatro? -No, seis. Me equivoqué de camino. -Me estás gastando. -Sí. Cuatro días son. -Tengo sed. -Yo

Después de unas horas de caminata, Arthur nota que el sol está saliendo a su espalda y ve lo ridículo que resulta un camello caminando por un valle fértil con un desgraciado encima que hace que su compañero de viaje camine detrás de el aunque tenga espacio para uno más